Reflexiones a partir del informe King-Crane (I)

Posted: Novembre 6, 2023 in Opinions
Etiquetes: , , , , ,
Intentando reflexionar y entender el pasado reciente de Oriente Medio y en concreto acerca de lo que después de la I Guerra Mundial venia a llamarse la Gran Siria, intento encontrar asideros desde los que me sea posible desarrollar lo que pienso y siento, y uno que me parece apropiado es el informe King-Crane realizado en agosto de 1919 por encargo de la administración estadounidense, entonces presidida por Woodrow Wilson.

Aunque el informe (como en él mismo se aprecia) deba ser contemplado dentro de sus límites, sin interpretarlo como una encuesta con riguroso valor científico, tiene todo el aspecto de poder ser utilizado como una importante referencia sobre la voluntad de las poblaciones de la zona estudiada en aquellos tiempos. Hay que tener en cuenta que las áreas de estudio de la comisión no incluyeron la atención de peticiones en el actual Iraq, denominado en aquel tiempo con el nombre de Mesopotamia. De hecho los comisionados visitaron la actual Palestina/Israel, la actual Jordania, la actual Siria en su parte más occidental (Alepo, Damasco y costa mediterránea), el actual Líbano, y de forma fugaz la antigua Cilicia, parte meridional de Turquía.
Por esta razón, desde un punto de vista territorial, no podemos extraer de sus resultados conclusiones excesivamente amplias. Sin embargo ello no obsta para que podamos detectar la existencia de un núcleo fundamental que debe ser tenido en cuenta como condicionante histórico, y es el que refiere al artículo 22 del Tratado de Versalles, ampliamente rechazado por la población relacionada en el estudio de la comisión King-Crane, y en definitiva el de la rigurosa violación de las voluntades de la población local después de la realización del estudio, y mediante tratados secretos y mezquinos como fue el de Sykes-Picot.
De algún modo en el informe King-Crane es donde se detectan los dos factores que más me angustian cuando intento entender alguna cosa sobre las razones del enorme sufrimiento que tortura a las poblaciones de esta región del planeta. No puedo evitar pensar en ellas desde la empatía, y acumulando lecturas y sensaciones me parece evidente que los dos problemas más graves que proyectan posteriormente un desequilibrio brutal en la región son por un lado la injerencia de las potencias en la zona (Justificada de manera torticera mediante el mencionado art. 22) y por el otro la creación del estado israelí en Palestina.
Cuando años atrás estuve en Damasco hablando en los suburbios con un viejo activista palestino sobre los problemas arabo-israelíes, y visitando Yarmouk, hubo algo que él me dijo que me dejó de algún modo profundamente marcada; «los europeos habéis provocado todo el problema de Palestina y vosotros deberíais solucionarlo». Reconozco que al principio fui simplista y lo reduje a una mera reacción de pataleta y de rencor exagerado. Sin embargo tiempo después, y sobretodo estudiando un poco la historia del pueblo judío, combinada con la de los pueblos árabes, me di cuenta de que ese era uno de los pilares fundamentales del problema.
Los pogromos rusos, el holocausto nazi y la connivencia general europea generaron la pulsión de una importante comunidad judía a favor de crear un estado judío en Palestina. Ahora intento pensar si el pueblo judío tenia una alternativa mejor que la que finalmente se desarrolló y convirtió en el estado de Israel, y me siento divida entre un no de tipo pragmático y un si tan idealista como casi suicida. Aún a mi pesar, y pensando que cualquier estado corrompe el espíritu de un pueblo, yo hubiera hecho probablemente algo parecido a lo que hicieron muchos judíos, aunque eso, por supuesto, no debería interpretarse como un apoyo a las actuales políticas del estado israelí.
Por el momento hago un esfuerzo por aislar el pasado del presente, en aquellos momentos de la comisión King-Crane, en los cuales muchos judíos que habían huido de la Rusia zarista intentaron crear algo propio en Palestina. Ese impulso se convirtió en brutal durante el holocausto. A veces siento que lo lógico que es que Israel se hubiera creado a expensas de Europa y de sus territorios, y sobretodo de los países que tuvieron responsabilidades directas en el holocausto.
Las potencias europeas recurrieron a una solución fácil, y la Declaración Balfour es la cima de este despropósito. Esquivar la responsabilidad y buscar un territorio a costa de la población árabe de Palestina. Si al menos Reino Unido no hubiera mentido y traicionado al Jerife de la Meca y hubiera concedido al pueblo árabe la independencia prometida quizá la pérdida de unos territorios en favor de la futura Israel no hubiera desembocado en el despropósito que aún arrastramos. Si por lo menos el tratado Sykes-Picot no se hubiera sellado con nocturnidad y alevosía en base al artículo 22 del nefasto Tratado de Versalles a espaldas de las poblaciones afectadas o si por lo menos alguna de las voluntades reflejadas en el informe King-Crane hubiera sido respetada quizá las cosas hubieran ido por mejores caminos.
La sensación que tengo cuando intento calibrar tantos disparates es la de que estamos hablando del comportamiento de potencias coloniales que no tenían absolutamente ningún tipo de escrúpulo. Su diplomacia consistía en mentir sistemáticamente, al modo en como actuaron los colonos de Norte América con las comunidades amerindias. Las cartas de McMahon a Hussayn no fueron más que papel mojado. Entiendo que el concepto de imperio va muy asociado a este tipo de conductas pero los imperios actuales y los contemporáneos me parecen mucho más fundamentados en el engaño despiadado y en una gestión de los territorios ocupados cada vez más cruda y superficial. Consistía y consiste en jugar con cartas escondidas, y combinar estas habilidades con la fuerza bruta, simplemente para arrebatar de un modo absolutamente utilitarista todo aquello que pueda servir para el mantenimiento de los estándares imperiales.

Oberlin College Archive La Comision King-Crane, en el hotel Royal de Beirut, en julio de 1919. Sentados, Henry King (izquierda) y Charles Crane (derecha).

Deixa un comentari